Viviendas para milennials y genZers

Los sectores de la construcción e inmobiliario necesitan adelantarse a los ciclos, ya que trabajan con bienes muy duraderos. Las compañías que se dedican a estas actividades tienen que estar muy pendientes de cómo evoluciona la población: cómo son los compradores actuales y cómo va a ser el mercado en los próximos años.

En ese sentido, los millennials (personas nacidas entre 1980 y el año 1995) son ya parte fundamental del target de las compañías inmobiliarias y lo serán dentro de pocos años los jóvenes de la “Generación Z” (el grupo siguiente, que han nacido con el siglo XXI).

Si bien tienen características diferentes, les unen puntos en común. Básicamente, que sus intereses y costumbres son muy diferentes a las generaciones precedentes y eso está modificando de manera radical el mercado. Las aspiraciones de estos jóvenes están más relacionadas con disfrutar un producto que con poseerlo; prefieren pagar por el uso. Su ideal de felicidad está unido a una vida sin ataduras y a una gran flexibilidad. A cambio, reducen sus gastos fijos y se pueden permitir más “experiencias”, una de las palabras clave para las nuevas generaciones.

Para sus padres y abuelos el éxito se reflejaba en la compra de un coche y de una vivienda. Ellos utilizan vehículos compartidos o de uso temporal cuando les hace falta y  prefieren la libertad de alquilar su vivienda en lugar de comprarla; no están dispuestos a contraer la deuda a largo plazo que suele suponer la hipoteca. Así pueden asumir otros gastos como viajar y actividades de ocio que les satisfagan, en función de lo que les permita en cada momento su situación económica.

Los datos ya indican ese enorme cambio de tendencia respecto a sus padres o abuelos. El 50% de los millennials tiene intención de mudarse, según el informe “La demanda de vivienda en España”, de Casaktua. En otro momento, eso habría indicado que los jóvenes con edades comprendidas entre los 25 y los 35 años tendrían que ser los mayores compradores de viviendas. Pero no es así, los millennials firman sólo entre el 20%-30% de las compras actuales, según un análisis de la consultora Gesvalt.

 

La generación mejor preparada

Se bautizó a los millennials como “la generación mejor preparada de la historia”. Pero no lo han tenido fácil, con un nivel de paro juvenil que aún supera el 27% en España.

Sin duda, el entorno laboral y social que han vivido ha forjado su carácter y sus intereses. Su escasa estabilidad y capacidad de ahorro dificultan que puedan afrontar la compra de una vivienda. Su acceso al crédito tampoco es sencillo, sin apenas garantías que aportar salvo que cuenten con el aval de sus padres.

Además, si la cuota de la hipoteca suponía para los baby boomers en torno al 10% de sus ingresos mensuales, sus nietos, los millennials, tienen que destinar hasta el 50% de su salario para la compra de una vivienda o el pago de un alquiler, según los datos de Gesvalt.

Pero frente a las cuestiones que complican el proceso de compra para los millennials y su aparente falta de interés, han de sopesar la incertidumbre ante su futura jubilación. Acumulan una sucesión de contratos de duración más o menos breve y ni siquiera saben cómo será el Sistema de Pensiones cuando les llegue el momento de jubilarse. Ante esa incertidumbre, la posesión de vivienda es importante, bien para solicitar una hipoteca inversa o para vender su casa entonces y poder disfrutar del dinero generado. Sin duda, eso hará que muchos se replanteen su actitud en los próximos años.

 

Qué buscan

Por su edad, los millennials están buscando una vivienda para independizarse de sus padres, para formar una familia, o necesitan casa en una nueva ciudad a donde les ha destinado su empresa o en la que han encontrado trabajo.

El 64% de las personas de esta generación permanecen solteras y el 52% viven con una pareja y no tienen hijos, según el estudio de Casaktua. Así, sus necesidades están cubiertas generalmente con un máximo de dos dormitorios. Si no tienen vehículo propio, la plaza de garaje perderá importancia en el futuro y el trastero tampoco será tan relevante si acumulan menos objetos.

De cara a los que están pensando en adquirir una vivienda, el comprador millennial es un consumidor muy informado, exigente y además hipercomunicado. Ya no va mirando por la calle y entra al azar en un piso piloto sino que busca a fondo en Internet hasta dar con la mejor opción que está dispuesto a permitirse. Y si no obtiene en la web de la inmobiliaria la información que necesita, es posible que se interese por otra promoción.

Las webs deben ser responsive, adaptables a todo tipo de dispositivos; especialmente, al entorno mobile, que es donde más navegan los jóvenes.

La “Generación Z”, los llamados genZers, añadirán otros aspectos más que influirán en la construcción: la tecnología y la sostenibilidad. Le dan mucho más valor que sus hermanos mayores a todo tipo de avances y son exigentes con el compromiso social de las empresas. Por eso, las viviendas tienen que incorporar conceptos como sostenibilidad, ahorro y eficiencia energética, materiales reciclables, etc., a la vez que integrar las nuevas tecnologías que faciliten la vida hiperconectada de estas personas.

Además, si todo debe convertirse en una experiencia agradable, el proceso de compra será trascendental. Eso significa que debe haber una transparencia total en la información que reciban, más allá de ver las calidades y acabados  de su vivienda. También hay que integrar las nuevas tecnologías en el showroom, convertido en una zona de atención interactiva, en donde puedan hacer visitas virtuales y utilizar configuradores, implementando Inteligencia Artificial y Realidad Aumentada.

A los genZers les gusta sentirse únicos, por lo que la personalización de la vivienda crecerá como tendencia, y demandarán una atención exclusiva por parte del equipo comercial durante sus visitas.

Como algunos sociólogos han apuntado ya, lo importante no es identificar en qué franja de edad se encuentran estos jóvenes, a los que tradicionalmente se les habría considerado “futuros compradores”, sino ser capaces de definir la nueva actitud que representan: una forma de ser y unos valores que se están convirtiendo en prioritarios para un parte cada vez mayor de la sociedad.

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